
“IO SONO UNA MISSIONE - YO SOY UNA MISIÓN - EU SOU UMA MISSÃO”
Desde el 9 de julio al 2 de agosto, se vivieron días intensos de misión en la comunidad de Sao Leopoldo a la que se integraron jóvenes de Italia, Chile y Uruguay. Tiempo de fuerte experiencia de vida comunitaria, de servicio, oración, ¡intercambio cultural y gran alegría! Convocados por el Resucitado, experimentamos fuerte su presencia en medio nuestro y celebramos la Vida en tantos modos. Gracias por acompañarnos, por todas y todos los que hicieron posible esta misión comunitaria, especialmente a la CMCR de Brasil y a cada una y cada uno que rezó por esta intención.
Algunos de los jóvenes que participaron, nos comparten parte de su experiencia:
“Esta misión en Brasil ha sido una experiencia realmente única, y una oportunidad hermosa para entender más sobre la realidad de quien vive “al otro lado del mundo”, pero al mismo tiempo me ayudó a arrojar luz sobre mi propia vida. En primer lugar, va un gran agradecimiento a las MCR que nos acogieron en su casa de Sao Leopoldo con tanta felicidad y alegría y que fueron un punto de referencia y una guía en nuestro ser misioneros, y a Cristina que nos acompañó desde antes de partir. Fue también gracias a su amor y a su testimonio de Jesús que pudimos vivir una misión tan plena. Durante estos días he pensado muchas veces en todos los rostros que he visto y en todas las palabras que he escuchado, pienso en cómo ser misionera una vez volviendo a la "vida normal", en casa, en cómo contar a los demás de la misión vivida y de lo mucho que ésta me ha hecho crecer. Estas 3 semanas estuvieron llenas de alegría, trabajo, descubrimientos y de un estar junto a otros. Trabajar en la Tenda y en la cooperativa MML, conocer las historias de las personas que viven y trabajan allí me abrió los ojos; ver a las mujeres y a los niños siempre sonriendo y estando entre los demás a pesar de saber que su situación personal era muy complicada fue realmente para mí un signo de una resurrección grandísima y humilde. Han sido un ejemplo de gran fortaleza y coraje, que llevaré siempre en mi corazón. Gracias a la misión, he descubierto cuán valiosa es la simplicidad, la sencillez y lo hermoso que es gastarse por los demás y poder ver los frutos del trabajo realizado juntos. Pero también me ha ayudado, en un nivel más profundo y personal, a redescubrir la verdadera Resurrección, que siempre había considerado como lejana a mi persona. En cambio, al otro lado del mundo, viendo la Resurrección en la vida de los demás, comprendí que estaba mucho más cerca de mi de lo que pensaba, y que es precisamente allí donde las cosas mueren donde empiezan a nacer luego los verdaderos frutos, como sucede con el Huerto de la Tenda, que nació de una tierra roja y dura, en la que nada se podía cultivar y en cambio ahora hace nacer y crecer tantas semillas y tantas plantas ❤.” Valentina (Italia)
“Para mi vivir esta experiencia fue algo único y muy bonito, en la que pude aprender la importancia de la comunidad, el acogernos con un gran cariño ayudando siempre en lo que se pueda su gran energía y entrega, son personas increíbles y son de admirar, estoy eternamente agradecido el poder haber vivido esta hermosa experiencia”. Vicente (Chile) “La misión en Brasil fue una experiencia de resurrección. Ver cómo la Luz del Resucitado no pone límites a la preciosidad de la vida. A través de la mirada de los niños, mujeres y familias que habitan el espacio y la vida de la Tenda y de la cooperativa Mundo Mais Limpo, aprendí cómo la esperanza es el fuego de la existencia y cómo el servicio es la forma más bella de amor. La comunidad misionera ha sido el instrumento para admirar que siempre hay vida incluso donde parece no haberla, y que en todos habita esa Luz especial. Gracias a este tiempo en Brasil, a los encuentros realizados, a las palabras escuchadas, a las miradas intercambiadas, a las sonrisas compartidas, a la alegría fraterna, he comprendido que nada ni nadie puede apagar la preciosidad de esa Luz y que ¡la vida es verdaderamente bella!” Silvia (Italia)
“La verdad es que no se cómo comenzar esto, al recordar los momentos vividos dentro de las misiones se me vienen a la mente cientos de recuerdos de lo vivido. Tuve la oportunidad de conocer muchas personas, con quienes compartí no solamente el momento físico, si no que compartimos experiencias de vida muy significativas para la mayoría. Para mi este tiempo, fue un tiempo de reflexión, donde pude hablar conmigo mismo, conocerme y conocer a los demás; además de vivir experiencias que siempre me acompañarán. Así como también personas que marcaron profundamente mi percepción de la vida. Espero que sean oportunidades que se puedan repetir, ya que las experiencias vividas siempre serán atesoradas, y son esenciales para contribuir al camino de cada persona. No me quedaría nada más que agradecer a todos los que fueron parte de este pequeño camino recorrido, y esperar que nos podamos reencontrar para poder continuar construyendo un mejor mañana, con cada pequeña victoria y “un passo alla volta”. Matías (Chile).
la vida eterna?". Esta pregunta me ha acompañado desde el comienzo de esta misión. Empecé respondiéndola con todo lo que veía que faltaba aquí, en las personas más humildes que encontrábamos. En todas nuestras puestas en común al final del día, hemos intentado encontrar una palabra para describir las emociones y los encuentros que hemos vivido. Hoy he encontrado una para toda la misión: “eppure“(“y sin embargo”). Una conjunción adversativa que normalmente no representa en absoluto una respuesta, al contrario, abre a otra cosa; para mí responde a todas las contradicciones de este pueblo, de esta tierra, de cada uno de nosotros. A tanta gente que he conocido en esta pequeña ciudad le faltan mil cosas: el derecho de existir y contar, el derecho a tener un trabajo digno, una casa segura, a menudo sólo una casa, ropa limpia, agua, energía. Y luego, ¡Cuánta hambre! "No sólo hambre de comida", como nos dijo Edileusa, una de las mujeres que hace servicio en la Tenda do Encontro, cocinando para tantos niños y familias, una misión de vida... LA misión. Sin embargo, en todas estas carencias, el amor y el cuidado llenan inmensos huecos. Un amor a veces herido, pero siempre sin medida, incuantificable. Hay historias de vidas aparentemente sin esperanza, de niños maltratados, de violencia, de familias rotas, de pobreza extrema, de suciedad, de penuria social, y sin embargo en todas estas personas he visto dos brazos abiertos y dispuestos a entregarse en abrazos que saben a eternidad, como Cristo en la cruz, también ellos en la cruz. Tantas penurias y dificultades, y sin embargo nunca una sonrisa negada. Tantas injusticias, pero siempre una mirada para los que tienen aún menos. Tantas situaciones de muerte que encuentran su "y sin embargo" en la resurrección. "El agua, la sed enseña" escribe Emily Dickinson en uno de sus poemas... nunca podríamos comprender verdaderamente algo sin haber experimentado su opuesto. Muchas de estas personas han experimentado primero la muerte y finalmente han comprendido la vida. "¿Qué me falta todavía para obtener la vida eterna?". Tantas cosas aún por poner en su lugar...pero la vida, la muerte la enseña, y la muerte nunca tendrá la última palabra”. Alessandra (Italia)
“A la comunidad misionera de Cristo Resucitado Queridas hermanas Volví a Italia hace unos días, pero mi corazón permaneció en Brasil, concretamente en São Leopoldo. Esta misión ha sido transformadora para mí porque he sentido varias veces la presencia de Dios. Me impresionó mucho vuestra manera de entregaros a los demás, a los más pequeños de la tierra. En vosotros he visto la grandeza del amor de Dios y la belleza del sacrificio por los demás. El Papa Francisco, en su mensaje para la Jornada Misionera Mundial 2023, dice precisamente esto: "El primer y principal recurso de la misión son aquellos que han reconocido a Cristo resucitado, en las Escrituras y en la Eucaristía, y que llevan en el corazón su fuego y en la mirada su luz. Ellos pueden dar testimonio de la vida que nunca muere, incluso en las situaciones más difíciles y en los momentos más oscuros". Es realmente cierto, en estas tres semanas he vuelto a ver la luz y por primera vez, después de mucho tiempo, he redescubierto esa felicidad que tanto había echado de menos. Esa felicidad me hizo darme cuenta de que no sólo formo parte de una comunidad, sino que soy hermano de todos. Allí me sentí como en casa, una segunda familia que me acogió y cuidó durante tres semanas. La vida también está hecha de estos momentos que te hacen reflexionar sobre el futuro de tu propio camino. He vuelto de esta misión cambiado, me cuestiono todo sobre mí mismo y, quién sabe, tal vez algún día vuelva con vosotros, con todos los niños y las familias de la Ocupación Justo. Mi más sincero agradecimiento a Cristina por darme la oportunidad de vivir una de las experiencias más fuertes y hermosas de mi vida, a todas vosotras (Carolina, Cristina G., Alejandra, Mackarena, Milagros, Laura y Marta) y también a todo el grupo de compañeros que me habéis apoyado, pero también aguantado, en este corto viaje de vida comunitaria. Soy y seré siempre una misión, dispuesto a invitar a todos a caminar juntos por la senda de la paz. Con afecto”, Paolo (Italia)


